domingo, 15 de abril de 2012

LA GRATITUD



Mi gratitud hacia otras personas siempre aumentaba mi feli­cidad. Cada vez que me sentía poco apreciada, hacía un recuento de todas las cosas maravillosas que me habían ocu­rrido recientemente y me volvía la alegría. Agradecer lo que tengo es también una eficaz manera de liberarme de una sensación de pérdida. Cuando soy consciente de todo el amor que recibo, puedo olvidar rápidamente mis problemas. La gratitud es una excelente manera de dejar de concentrar­me en las situaciones negativas y fijar mi atención en lo que está bien. Ya sea que dé las gracias a mi Fuente Divina que esta en el centro del MULTIOMNIVERSO o a mis amigos, el simple hecho de ser consciente de lo que recibo y de expresar mi gratitud de un modo activo, me produ­ce el deseado estado de alegría.La gratitud incondicional hace que esas rejas desaparezcan. El odio no sólo nos aprisiona en una pequeña celda de auto-compasión, sino que también nos separa de aquellas perso­nas que desean aportar amor a nuestra vida. (El odio incluye desde la rabia hasta un deseo aparentemente inocente de evitar a alguien.) Nuestro pasado, liberado por la gratitud, libera a nuestro presente para que sea tal como podría ser.

Por último, el regalo más maravilloso que nos ofrece la gratitud incondicional es la claridad y la clarividencia. Al expresar una gratitud incondicional, comienzo a ver que todo está aquí para bendecirme. La verdad es que no sé explicar cómo sucede esto. Simplemente sucede. No tiene ningún sentido si lo consideramos desde el punto de vista de nuestros procesos de pensamiento mundano. Sólo el acto real en el que se expresa una gratitud incondicional produce el fantástico resultado de ver con claridad. Al con­tinuar extendiendo mi gratitud a todas las personas de mi pasado y mi presente, comienzo a ver que todo lo que me rodea está en verdadera armonía.

  

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