viernes, 13 de abril de 2012

Un sabio que recorría los caminos del mundo.

El Poder De Las Palabras 
Un día, al pasar por una pradera desierta y olvidada, una mujer sale a su encuentro y le describe la terrible enfermedad que padecía un pequeño niño de las cercanías.  Esa mujer, presa del sufrimiento, le implora por ayuda para ese niño.
Así fue como el sabio entró al pueblo, desierto y olvidado también, y una multitud se congregó a su alrededor.  Era algo muy extraño estar en presencia de un sabio.  Una mujer, llevando a un niño en sus brazos, se acerca.  El sabio contempla a los dos y comienza a orar.  La estridente voz de un hombre estalla desde la multitud.
“¿Realmente cree que una plegaria va a ayudar a ese niño y a esa mujer? ¿Realmente cree que una plegaria servirá en lugar de toda la medicina que han probado?”
“¡Qué sabes tú de estas cosas! ¡Eres un asno estúpido!”  Responde el sabio.
El hombre se ofuscó terriblemente por esas palabras, su rostro se volvió rojo como la sangre, violento como el sol.   Justo cuando estaba a punto de contestar ese agravio, justo cuando estaba a punto de lanzar una trompada, el sabio se acerca y susurra:

“Si una palabra tiene el poder de enojarte y violentarte de esa manera, ¿acaso otra palabra no tendrá el poder de sanar?”.
Y así fue como el sabio sanó a dos personas el mismo día.  


 … tan vulnerable y susceptible de ser atacado que basta una palabra, un leve susurro que no te plazca, una circunstancia adversa o un evento que no hayas previsto para trastornar todo tu mundo y precipitarlo al caos.

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